27/4/08

EL DINOSAURIO


El dinosaurio
Columnas de humo
23/01/2008
CARLOS RIVERA

El microrrelato de Augusto Monterroso ("Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí") ha sido interpretado ambiguamente como parábola del tiempo y de la vida. Es otra mi metafórica lectura. El dinosaurio es un ser alado y entusiasma a la gente que acude a su presencia solo por el placer de ser engullida. Hay sujetos que acoplan sus necesidades a las necesidades del dinosaurio. No sé si Monterroso lo pensó, lo que está para mí bastante claro es que la existencia del dinosaurio no perturba a la mayoría, ya que esa misma mayoría ha nacido, vive y morirá en el vientre del monstruo. Lo consideran su progenitor esencial, su raíz metafísica, su lengua viviente. No conocen otro idioma que el idioma del dinosaurio. También he podido comprobar que algunos de los que han nacido, viven y van a morir en el vientre del dinosaurio sienten a veces la necesidad de matar al padre eterno, aunque esa necesidad no se ejecute por conveniencia propia. Los más osados en el pensamiento de matar al dinosaurio son los jóvenes, no podía ser de otra manera, aunque no los imagino tomando el fuego de Prometeo de los poetas para quemar al dinosaurio.

Tengo la impresión de que muchos de esos jóvenes odian la existencia del alado deglutidor cuando se sienten solos, cuando lo desafían antes de cada nueva claudicación. Después de todo viven dentro de un cuento tan breve como el de Monterroso y si se despiertan y el monstruo no está allí, se sentirán desamparados. Y como viven dentro de ese cuento, de ese microrrelato, los más atrevidos de los jóvenes de este tiempo, tal vez de todos los tiempos, decidieron abordar la cuestión rebelándose con el don de la palabra contra la eternidad de la existencia del dinosaurio. Para ello escogieron una palabra acorde con el tiempo en que vivimos y que, interpretada así, no parece una amenaza inmediata para la existencia del propio dinosaurio. Esa palabra es "wiki", rapidez, ligereza, la única manera de emprender la huida del gran devorador cuyos regueldos podrían alcanzarlos. "Wiki" no es, por cierto, una palabra inglesa, sino hawaiana. La emplean los jóvenes como arma arrojadiza y como método de evasión de una nueva realidad que, como primera premisa, no podrá contener en su objetividad la objetividad de la existencia del dinosaurio. En cuya existencia estamos incluidos los que ya hemos entrado en lo que Gómez de la Serna llamaba "el espejo tragón de la edad". Los movimientos "wikimedia" se extienden por la calle y por internet a una velocidad similar a lo que Juan Cueto llama los movimientos "ciberfachas". Unos buscan salir del insaciable vientre del dinosaurio. Los otros, perpetuarse en la existencia de ese vientre que les da sombra y calor. Estos últimos llevan ventaja, por ahora, dado que el cuentecillo de Monterroso es su certeza y les sirve de coartada. Solo tienen en contra el proceso de velocidad histórica de una sociedad en permanente estado de cambio.

La sociedad es "wiki", marcha tan rápido que uno tiene la sensación de una desbandada de animales corriendo por la sabana y atropellando todo lo que encuentran a su paso. No huyen del fuego, son la esencia del fuego. Quieren crecer ardiendo y devorándose en sus propias llamas. La vida es corta y el escaparate de los paraísos artificiales es el objeto de su persecución, el nuevo fuego de Prometeo. El escenario "wiki" es el escenario histórico del sistema (la guarida del dinosaurio) que crea nuevas esclavitudes para satisfacer necesidades no básicas y fomenta la desigualdad. Monterroso lo intuyó.

Extraído de la página de Carlos Rivera

26/4/08

CAZADOR DE AURORAS

Cazador de auroras
02/01/2008
CARLOS Rivera

Cuando las primeras palabras de los primeros hombres comenzaron a ensanchar el mundo dándole nombres nuevos a cada cosa en su niñez, entre todos los cazadores de la tribu surgió la figura del cazador de auroras. Es el que se pregunta por qué cae la nieve, por qué moja la lluvia, qué grita la tormenta. Es el primer poeta, el precursor que ha expresado la pregunta de la que nace la poesía. La gran pregunta, tan incontestable como la pregunta de Dios. El pensamiento humano ha lanzado una bengala en la oscuridad. Aunque entonces como ahora todo siga siendo oscuro, esa bengala que produce un resplandor suave en medio de la noche es a la vez la nieve, el relámpago y la tormenta, es la lluvia a cuya sombra crece la ternura, es la luz que no procede del sol y quema por dentro como una llama azul e inextinguible. Es la poesía. Aún no ha nacido la literatura. Esta vendrá después y nacerá de una mentira tan intranscendente e infantil como la de la historia de Pedro y el lobo, cuando entra en juego la imaginación, una bifurcación del pensamiento. La literatura sí que dará respuestas innecesarias, precisas e imprecisas. Es el lenguaje común, con la palabra como herramienta de ficción para contar y descontar la historia de los hombres sobre la tierra. La poesía es la bengala en la oscuridad, la palabra que no tiene respuestas sino preguntas, solo preguntas hacia la búsqueda de la luz, las preguntas del cazador de auroras.

Francis Ponge , un poeta francés, rastrea esa luz en la arboleda de su Cuaderno del bosque de pinos . Juan Ramón Jiménez , un poeta español, en el diario de un viaje de novios. El lenguaje de los poetas no es una herramienta de ficción sino una herramienta de emoción, inteligencia y conocimiento. Utilizan, en ocasiones, palabras que parecen esponjadas del don de la divinidad, húmedas de la lluvia o secas de un viento que viene del desierto de la eterna pregunta. Hay palabras en los poetas que dan el contrapunto en medio de la oscuridad de la visión celeste de un Juan Larrea . Hay poetas que rastrean huellas, como el indio de la gran pradera, oliendo con sus palabras de finitud el gran suceso de la caza a la que nunca darán alcance. "Al final de esa frase (de algún verso) comenzará a llover y al fin de la lluvia, una vela", escribe un rastreador llamado Derek Walcot . El poema ha comenzado y terminado en esa vela que puede conducir al mar de Homero , al beso de Paris en el alado y helado corazón de Helena de Troya , a sumergirse en las tinieblas del bosque mediterráneo de pinos de Francis Ponge. Walcot está recreando, sin saberlo, el lenguaje del mundo primordial que es un lenguaje de vísperas. Al final de tal frase o de tal verso comenzará a llover y el cazador de auroras no podrá presentir el final del camino. La caza sin alcance. El poeta deberá detenerse en un claro del bosque y reemprender la búsqueda de la luz con sus ojos nublados. O ciegos, como los de Homero. Y antes que nada deberá el poeta conocerse a sí mismo de esa manera narcisista del que se cree un semidios o desde sus abismos personales. La datación exacta de la sensibilidad creadora del poeta nace en esos abismos que pueden contener toda la luz de la infancia de la vida, el hechizo que precede a la construcción del primer verso que se convierte en música. El primer cazador de auroras de la tribu llegó a ver esa música en la nieve que caía del cielo, en la lluvia que mojaba sus ojos, en el relámpago que anunciaba el grito de la tormenta. Han pasado miles de años desde entonces.

Extraído de la página de Carlos Rivera

25/4/08

BIOGRAFÍA SONORA DE JUAN GELMAN




Un tesoro documental de donde se mezcla la biografía del poeta, con poemas recitados por él mismo y sus propios relatos. Gozadlo en Cervantes tv

TANTOS AÑOS SIN SABER DE TÍ, MAFALDA


JOAN BARRIL


Tu padre empezó a contarnos cosas de tu vida en 1964. Pero tú ya naciste mayor. Sabías leer los periódicos, lo que escribían y lo que no podían escribir. Sabías cuidar de tu hermano Guille y te atemorizaban los centenares de miles de chinos. Tampoco te gustaba la sopa cuando naciste. O sea, Mafalda, que ahora debes de estar rondando los 50, que ya son años. Y te busco, Mafalda, porque el mundo no ha cambiado tanto. Y si ha cambiado ha ido a peor. Te busco para encontrar a alguien que se pregunte lo obvio pero que sepa responderse con esperanza. Te busco para saber si has sobrevivido, porque tu padre dejó de dibujarte nueve años después, cuando en tu Argentina natal las vacas eran gordas y las libertades aceptables, aunque se escuchaba un extraño ruido de tiros y torturas al otro lado del tabique de los Andes como preludio del golpe de Estado que tarde o temprano llevaría a los milicos al poder y a tus compañeros de universidad a la simple desaparición.
¿Sabes, Mafalda? Un día me pareció ver a tu mamá, ya sin rulos ni maquillaje, con su cabeza envuelta en una pañoleta blanca dando vueltas al obelisco de la plaza de Mayo. Y pensé que ya no volvería a verte y que tal vez estabas pudriéndote en el fondo de La Plata con un lastre en los pies y que tu hermano Guille tal vez había muerto bajo el frío austral y las balas británicas en algún páramo de la Gran Malvina. Pero no estás hecha de material perecedero. Te veo demasiado para que hayas desaparecido. Te veo a trozos, Mafalda. A veces es tu peinado, otra veces tu nariz, tu sonrisa, tu lágrima. El mundo está hecho de Mafaldas incompletas que algún día se encontrarán para armarse de nuevo. Casi te veo el otro día, frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, la tristemente famosa Esma, donde Argentina perdió a los cerebros más brillantes de toda una generación, mientras un presidente asistía al descuelgue de los retratos de los asesinos y consagraba aquel lugar como Museo de la Memoria.
Cuando te conocí, Mafalda, no tenías memoria y ahora tienes demasiada.Tal vez tu padre consiguió meterte en un avión y llegaste a España dispuesta a hacer amigos y los encontraste. Te enamoraste de algún barbudo, posiblemente incluso votaste por primera vez y sentiste lo que fue el desencanto político de los 80. Subiste a los palacios de la cultura y dejaste que Europa te conquistara. Sin duda amaste mucho y escribiste poco. Descubriste tu cuerpo y lo cuidaste con caricias y con dietas. El mundo se convirtió en un suave río tranquilo y te refugiaste, pasota, en las novelas policiacas y en una cocina donde siempre humeaba la mejor pasta fresca de Occidente. De vez en cuando ibas al campo y contabas las hormigas de las hileras hasta que el sol rojizo se sumergía en el océano para ir a alumbrar tu país y no sentías la mínima nostalgia.
¿Dónde está Mafalda ahora? Tal vez sirve piña colada en un chiringuito de Formentera y deja que el salitre y el sol vayan cuarteando su piel de papel. Tal vez se ha enrolado como cocinera en uno de los barcos de Greenpeace y, de vez en cuando, desafía las proas de los grandes petroleros caracoleando con su zodiac entre los remolinos de popa. Tal vez ha abierto consulta con diván en un apacible ático de una capital europea y allí intenta que los demonios interiores de sus pacientes salgan a la luz con el estímulo de generosas minutas terapéuticas. Tal vez Mafalda es un cadáver sin identificar, mitad tinta mitad acero ferroviario, que los bomberos extrajeron con pinzas de la estación de Atocha y a la que nadie reclama. O será que Mafalda, después de sobrevivir a tantas desgracias, creyó encontrar el amor de su vida y en realidad fue el amor de su muerte, ese hombre oscuro que tras golpearla con un hierro la lanzó por el balcón.Pero eso no puede acabar así. Me pareció ver a Mafalda en la foto de familia del nuevo presidente del Gobierno. Mafalda ministra, preguntándose ante la bola del mundo por los motivos de la mala salud del planeta. Mafalda dispuesta a comerse el mal humor y a devolver la esperanza a sus amigos. Mafalda, en torno a los 50, convencida de que siempre hay motivos para creer, sin necesidad de revoluciones cruentas ni países rotos. La generación perdida de Mafalda no estaba tan perdida. Nos enseñaste a preguntar y ahora te tocará responder.


24/4/08

LA VOZ A TÍ DEBIDA

La voz a ti debida, de Pedro Salinas

*Referencia : bruto.muzaidin.com/2005/la-voz-a-ti-debida

El amor está en cuarentena en este mundo tan viciado. Los sentimientos se baten en retirada y se fustigan los pronombres que debieron pronunciarse con voz de fuego. Los latidos se acolchan, las rosas se abandonan. No hay cabida para los que buscan asilo en unos brazos queriendo renunciar al desamparo de la soledad. Todos somos individualmente invulnerables, mortalmente independientes. La fragilidad se esconde tras unas gafas de sol. Pero cuando un beso es redención, la búsqueda cesa, las defensas caen y la materia recobra su estado de claridad. El amor transforma los verbos, el lenguaje y su contenido, lo racional. El amor convierte en real lo que antes era sueño. “La vida es lo que tú tocas”.Esta osadía va más allá del romanticismo. La voz a ti debida, de Pedro Salinas, no toma al ser amado como un ser etéreo que te da motivos para suspirar. En realidad es ese ser amado el que te completa cuando está a tu lado, transformado en verdad todo lo que se acerca a él. Un beso se convierte en ese acto alquímico y necesario que da valor a lo contingente. La vida del que ama se llena de luz y gravedad mientras está con su amor. Sólo al final, cuando todo acaba, volvemos a las sombras. Los fantasmas de las sombras viajan huérfanos por esferas nocturnas, pero transitables, hasta que encuentran otra luz que les devuelva a la vida. Así las despedidas huyen del victimismo y acotan la desesperación… pues la esperanza es imperecedera.

Este libro es un poema incesante, sin separaciones formales, que recorre las provincias de la experiencia amorosa que van del encuentro al desencuentro, de la carne a la sutileza, de la oscuridad a la luz de estrellas en ciernes. A veces el temor de ser el único que ama, se desvanece con la fuerza de dos pronombres pronunciados al unísono, para ascender a una criatura nueva. Un camino abierto de uniones y pérdidas… las pasiones del corazón que aún muerto articulará en su boca fría y tumefacta la voz a ti debida.

Pedro Salinas (1891-1951), escribió este libro en el año 1933, siendo ya profesor y director de la Universidad Internacional de Santander. Dedicado siempre a la enseñanza dentro y fuera de nuestro país, fue considerado el profesor de los poetas de la generación del 27. Cuando estalló la guerra civil española él se encontraba en el extranjero, y desde entonces siempre se consideró un exiliado. Cuando murió, sus restos fueron enterrados en Puerto Rico. De todos los versos escojo los siguientes… quizá no son los mejores, pero son los que me apetece poner:

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.

Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.”

(Extraído de la página de Carlos Rivera)

23/4/08

UN SANT JORDI


Un sant Jordi sin más fragancias
que las que guardo en mis entretelas.

Un sant Jordi sin más libros
que los que esperan, impacientes, que les lea.

Un sant Jordi sin más besos
que los que dí, y me dieron.

Un sant Jordi sin más compañía
que las que viví. Y las que espero.

UN CUENTO DE SUEÑOS

La lengua de los sueños
JOAN BARRIL

Él era de esos maridos que después del amor se miraban en el espejo y les salían todas las arrugas del alma. Era un marido que se cansaba de no quererse sentir cansado. Decían los libros que el amor es biodegradable y que todo tiene fecha de caducidad. Pero eso no podía decírselo a nadie, porque su mujer era bella, deseable y sueca y hubiera sido incomprensible para cualquier otro hombre una confesión de hastío como la que anidaba en el interior del marido cansado.A medida que se extendía esa sensación de aburrimiento conyugal, las noches se hacían más largas. Un desconocido insomnio dejaba cada noche al marido con los ojos abiertos como garfios posados sobre la cintura reposada de su esposa yacente y dormida. Debía estar próximo al fin de su historia conyugal. Tan bella, tan perfecta y tan escandinava y nada de ella le llamaba. Así estaba el marido insomne, en el cruce de caminos vitales, cuando de pronto su mujer se giró y, completamente dormida, empezó a hablar. Era evidente que estaba hablando en sueños. La curiosidad prendió en el alma de corcho del marido inapetente. Acercó su oído a la boca de la que había sido su amada y contuvo la respiración.No entendía nada. Las palabras que surgían de los labios de su esposa eran incomprensibles. Pero no se trataba de palabras solas. Una extraña armonía las vinculaba entre sí. Había sonidos cortos y sonidos encadenados de cuatro y de cinco sílabas. Se trataba de frases enteras que proporcionaban a la mujer una evidente felicidad. Hubiera podido despertarla, pero era evidente que no se trataba de ninguna pesadilla, antes al contrario. Hablando en aquella lengua venida de los sueños su mujer se había transfigurado y su belleza de mármol era ahora una belleza dinámica y ardiente.

Al cabo de tres noches aquel hombre cansado había aprendido a afinar el sueño, de manera que el mínimo murmullo de su mujer le despertaría. Así fue. De nuevo aquel rostro de felicidad acompasando un misterioso soliloquio. El marido intentó apuntar en una libreta alguno de los sonidos que emitía aquel cuerpo dormido. Por la eufonía descartó las lenguas conocidas: ni francés ni inglés, ni mucho menos italiano. Tal vez alemán u holandés, pero no, tampoco. La mesita de noche se iba llenando de diccionarios y, cuando parecía que una palabra correspondía a una entrada en el libro ella callaba. Pero los monólogos continuaban tres días después. Para entonces el marido se había armado de una grabadora con un micrófono de alta precisión.

Al día siguiente llevó el disquete a un antiguo amigo suyo de la Universidad. Los dos lo escucharon y el amigo lingüista concluyó: "No es ninguna lengua oficial". Aconsejó al marido inquieto que visitara al más famoso y veterano de los lingüistas que vivía en la lejana ciudad de Alfabetia. Era un hombre mayor que escuchó con atención las palabras robadas a las noches de su mujer. Se le iluminó la cara y emitió el diagnóstico. Su esposa, en sueños, hablaba la lengua sami. "¿Sami, dice usted?". Y el veterano lingüista se explayó: "Se trata de una lengua del Fílum urálico-iukhagur, familia finoúgrida, subfamilia finopermiana, en 1995 la hablaban 25.000 personas entre Finlandia, Rusia europea, Noruega y Suecia. Es una lengua al límite de Europa y al límite de su extinción. Se habla cuando aparece el sol de medianoche. Es usted afortunado de tener una hablante de sami en casa. No la deje perder".

Confuso todavía por el hallazgo, el marido dejó de aburrirse. Llamó a su mujer y le dijo que estaría un mes fuera por asuntos de negocios. Fue al aeropuerto de Alfabetia y en un par de horas se plantó en Oslo. Alquiló un coche y cruzó bosques, fiordos y glaciares hasta llegar a las tierras del sol de medianoche. Alquiló una tienda de lapones seminómadas y pidió que le enseñaran a hablar sami. Un mes más tarde regresó a su casa y a su alcoba. Y el marido esperó a que su mujer iniciara sus advocaciones en aquella lengua cálida y septentrional. Ahora la comprendía: hablaba de su infancia y de lo afortunada que era al tener un marido como él. O sea: que ella le quería. Con los apuntes en una libreta, el marido antes aburrido y ahora emocionado, le respondió en voz baja en aquella lengua mínima. Ella abrió los ojos y un jardín de hiedras les unió por la cintura. El lenguaje del amor no tiene nada que ver con las lenguas oficiales.

Texto extraído de la página de Carlos Rivera