La tristeza es un hueco en el pecho por el que no fluye la sangre; una oquedad sin vida, una gruta desalmada, un dolor que nace en la respiración y se vuelve gris y huele a silencio.
Es un verso perdido en medio de un temporal, sin rima ni sonoridad, sin a penas palabras, sin tinta, sin nada; un poema maldito que no se puede recitar.
Es un pozo de lodo, y en el fondo enterrados cadáveres de peces de colores, espectros andrajosos y famélicos, desvaídos y sucios, que no dejan de evocar una sensación que ya no existe… Aquella belleza que fue dejándome un surco en el alma por el que en este atardecer se me cuelan, hiriéndome, rescoldos de melancolía.
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