17/10/08

EL VIEJO (I)

Ha cumplido los ochenta y se quiere morir. Creció sin amor de padre y con el papanatismo de su madre y la guerra partió su infancia en trocitos. Se recompuso como pudo y al cumplir los 18 emigró en busca de pan para él y su hambrienta familia. No encontró mucho apoyo entre los que llevaban unos años emigrados en un lugar de Catalunya. Esa otra familia no le esperaba con los brazos abiertos, sino con la dureza de unos tiempos difíciles también en tierra catalana.

El muchacho no era fuerte y no soportó los duros trabajos que le ofrecieron. Pero era inteligente y espabilado y combinó la jornada en una fábrica textil con la venta de toallas y ropa de cama en un barrio ubicado donde “la ciudad (Barcelona) pierde su nombre”. Vendía a plazos y los beneficios los iba reuniendo para su familia de allí y para tener donde caerse muerto.

Pero no murió sino que ha cumplido ochenta años y se quiere morir. No tuvo otra familia que la de origen ni novia ni amante ni amiga que le hiciera una caricia. Tampoco novios ni amantes ni amigo que le diera un beso. Solo su familia de origen, que han ido muriendo y los descendientes de éstos a los que ve de tanto en tanto.

Ganó dinero porque trabajaba con la convicción del que tanto tienes tanto vales y así edificó su vida, enterrando sus sentimientos en las profundidades de una fina ironía que, en ocasiones se convertía en sarcasmo.

Se quedó solo. Solo con su dinero, algún amigo, unos pocos familiares descendientes y una no muy mala cuenta bancaria. Continuaba regalando a esos pocos familiares descendientes el dinero que se había ahorrado en vicios y placeres y continuaba untando a quienes creía le podían dar algún beneficio. Pero los familiares descendientes no le pagaron los regalos como él esperaba. Tampoco los médicos le curaban como él había pagado. Quería morirse.

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