22/5/08

UN CUENTO ANTIGUO





Por Joan Ollé en El Periódico

21/5/08

AÑOS

Años
de Cesare Pavese

De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba. Ella me dijo: -¿Con qué finalidad? -Hablábamos en voz baja, a oscuras.

Luego Silvia se durmió y yo tuve hasta la mañana una rodilla pegada a la suya. Apareció la mañana como había aparecido siempre, y hacía mucho frío; Silvia tenía el pelo sobre los ojos y no se movía. En la penumbra yo miraba pasar el tiempo, sabía que pasaba y corría, y que afuera había niebla. Todo el tiempo que había vivido con Silvia en aquella habitación era como un solo día y una noche, que ahora terminaba por la mañana. Entonces comprendí que nunca volvería a salir conmigo entre la niebla fresca. Era mejor que me vistiera y me marchase sin despertarla. Pero ahora tenía en la cabeza una cosa que preguntarle. Esperé, intentando adormilarme.

Cuando estuvo despierta, Silvia me sonrió. Seguimos hablando. Ella dijo: -Es bonito ser sinceros, como nosotros. -¡Oh, Silvia! -susurré-, ¿qué haré al salir de aquí? ¿Adónde iré? Era eso lo que tenía que preguntarle. Sin apartar la nuca del almohadón, ella sonrió de nuevo, beatífica. -Bobo -dijo-, irás a donde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas, harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra. Ahora la mañana llenaba el cuarto y sólo había un poco de calor en la cama. Silvia esperaba paciente. -Tú eres como una prostituta -le dije- y siempre lo has sido. Silvia no abrió los ojos. -¿Estás mejor ahora que lo has dicho? -me dijo. Entonces me quedé como si ella no estuviera, y miraba al techo y lloraba sin ruido. Las lágrimas me llenaban los ojos y corrían sobre la almohada. No valía la pena que se diera cuenta.

Mucho tiempo ha pasado, y ahora sé que aquellas lágrimas mudas fueron la única cosa de hombre que hice con Silvia; sé que lloraba no por ella sino porque había entrevisto mi destino. De lo que era yo entonces no queda nada. Queda sólo que había comprendido quién sería en el futuro. Luego Silvia me dijo: -Ya basta. Tengo que levantarme. Nos levantamos juntos, los dos. No la vi vestirse. Estuve pronto en pie, a la ventana; y miraba vislumbrarse las plantas. Detrás de la niebla estaba el sol, el sol que tantas veces había entibiado el cuarto. También Silvia se vistió pronto, y me preguntó si no me llevaba mis cosas. Le dije que primero quería calentar el café, y encendí el hornillo. Silvia, sentada al borde de la cama, se puso a arreglarse las uñas. En el pasado se las había arreglado siempre en la mesa. Parecía abstraída y el pelo le caía continuamente sobre los ojos. Entonces daba sacudidas con la cabeza y se liberaba. Yo deambulé por el cuarto y recogí mis cosas. Hice un montón sobre una silla y de repente Silvia saltó en pie y corrió a apagar el café que se derramaba. Luego saqué la maleta y metí las cosas. Mientras tanto, por dentro me esforzaba por recoger todos los recuerdos desagradables que tenía de Silvia: sus futilidades, sus malos humores, sus frases irritantes, sus arrugas. Eso me llevaba de su cuarto. Lo que dejaba era una niebla. Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban.

*www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/pavese/cp.htm
Extraído de la página de Carlos Rivera

20/5/08

"NOSALTRES NO SOM D'EIXE MÓN"

Con RAIMON volverán a sentirse libres.
Por Josep Pernau en El Periódico

Per unes quantes hores
ens varem sentir lliures
i qui ha sentit la llibertat
te més forces per viure.

14/5/08

EL FUEGO TRANSPARENTE

El fuego transparente
30/04/2008
CARLOS Rivera

Como hace toda una vida, cuando yo lo escribí, los poetas se siguen muriendo de preguntas que se lleva el silencio. Juan Gelman , a quien acaban de entregarle el Cervantes, hizo de la pregunta por la desaparición de sus seres queridos su trayectoria vital. En el caso de Gelman la pregunta es un desafío a la muerte, él lo ha dicho, la poesía está en pie, estará siempre en pie contra la muerte. La muerte es el país del que nunca se vuelve. La poesía es el país de las preguntas. La belleza cargada de más vida es la única respuesta que conocemos los poetas para sobrevivir. Es como un instinto básico que permite cruzar la noche oscura del alma de San Juan de la Cruz con el único deseo de beber el agua fresca y rumorosa de la vida que propagaron hace miles de años los labios lésbicos y ardientes de Safo .

Esparcidos por toda la tierra como un rumor desafiante frente a la muerte, desde la vida, los poetas, si alcanzan la inmortalidad, es solo por el hecho de ser poetas, de escribir desde la desnudez de los sueños humanos imposibles epístolas al fuego transparente en todos los idiomas y con todas las lenguas de Babel . Es así como todos los poetas, incluso los que se morirán sin haber sido conocidos, enfrentan en su discurso de palabras de espuma la realidad contigente de vivir en un tiempo siempre precario.

El tiempo de Hölderlín , mezquino y feo. El que le hiciera preguntarse al poeta alemán ¿para qué sirven los poetas? Gelman, en su discurso del Cervantes, alega su testimonio personal de superviviente y su desencanto de este tiempo en el que cada segundo muere alguien de enfermedades curables, de hambre y de pobreza. Antonio Gamoneda , su antecesor en el premio, también habló de la pobreza en su discurso del año pasado. ¿Para qué poetas, pues? Para dar testimonio de esas preguntas lacerantes de los habitantes de la tierra deshumanizada en la que cada segundo, por hambre y por pobreza, muere injustamente una persona. Para dar testimonio también de las tinieblas y los fuegos y de esa necesidad de conocer las respuestas de lo visible y lo invisible.

Juan Gelman, padre y abuelo de desaparecidos durante la dictadura de Videla, da también testimonio, sin embargo, de la inutilidad de los poetas cuya vida, de pronto, se detiene en el espanto. Como se detuvo la de nuestro Federico García Lorca en el barranco de Víznar. En cuyos casos la poesía se encuentra con lo que dice el poeta argentino en estos helados versos: "la soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos". Poesía contra la muerte , ese eslogan que nos ha dejado Gelman en su discurso del Cervantes, no es inutilidad ni utilidad de la poesía sino el discurso de la vida como elemento de distinción y dignidad. Incluso en la vejez, esa edad sin futuro en la que los poetas convierten en cenizas el fuego transparente de los años. Todo queda detrás y delante de un paisaje de soledad, de perros y de cuervos. Es cuando las palabras de los poetas son recuerdos a lento amor cocido en el país de la memoria. Lo único que quedará de los poetas al acercarse la hora de lo que yo escribí en aquel entonces celebrado poema mío de los años luminosos: "es cuando ya la tierra/ es cuerpo de sus cuerpos/ cuando sus corazones se hacen pájaro". A buena hora, dirá un escéptico. Gelman, en su vejez, sabe que la memoria de los hombres anda como un reloj con rabia e impotencia por defender la vida y estar contra la muerte. En tal sentido la poesía sobrevivirá, será inmortal, porque el poeta, como bien ha dicho Gelman, no vive para escribir. Escribe para vivir.

Extraído de la página de Carlos Rivera

12/5/08

LAMENTO EN LA MONTAÑA

Poema de Gloria Fuertes

SI DIOS FUERA MUJER

Poema de Mario Benedetti

11/5/08

Las enseñanzas de Sherezade


Un mito es una historia que, afectando a toda una comunidad, es juzgada por sus miembros como verdadera....

8/5/08

DETRÁS DE LA VIDA


KATHERINE RIASCOS VALENCIA
9D
ITIN

DETRÁS DE LA VIDA
Había una vez un señor que era cazador. Un sía se fue a cazar y caminando por el bosque se encontró con un león. El cazador al ver este animal salió corriendo, pero el león empezó a perseguirlo; fatigado se arrodilló junto a un arroyo y se puso a rezar:

"Señor, apiádate de mí. Convierte a esta fiera en gente para que no me haga daño."
El león se arrodilló junto al cazador e implorando al cielo dijo:
"Gracias señor por bendecir el alimento que me dispongo a devorar".

6/5/08

EL CAMINO

Carlos Rivera

Mi poema del día, “El camino”, dedicado a la memoria de Don Antonio Machado, no está incluído en ninguno de mis libros sino en la antología titulada “La memoria y la sangre” publicada en 1.986 en Madrid como homenaje a las víctimas del franquismo y como primer paso hacia la recuperación de la memoria histórica de los perdedores de la guerra civil española. En la citada antología participaron 62 poetas españoles y contiene poemas de Federico García Lorca y Miguel Hernández, víctimas directas del conflicto, así como de los poetas exiliados y presentes en el momento de la edición del libro, poetas de diferentes generaciones. “El camino” intenta recrear el doloroso camino hacia el exilio de Don Antonio Machado, en compañía de su anciana madre que le preguntaba constantemente “: Antonio ¿Cuándo llegaremos a Sevilla”. En el departamento francés de Colliure encontró Don Antonio Machado la muerte poco tiempo después.

El camino, de Carlos Rivera

Y se quedó muy solo Don Antonio Machado.
Se le heló el corazón.
La galerna cavaba sus ojos con espuma
y España estaba muerta y la mínima inmensa madredumbre a su lado
y los perros de julio mordiéndole las olasdel alma.
Caminaba
caminaba sin dondedesmedido y ausente
ligero de equipaje
y en el aire de España se morían los pájaros
y no había fronteras donde caerse vivo.
Y el tiempo inerme
como la sed profunda
como el hambre sin peso de no llegar jamás.
Y el adelfo del sueño buscándole las alas
- Soria, Leonor, Castilla
y España en dos mitades,
en dos conflagraciones.
Y la tierra cainita del último sollozo
en el puño crispado,
una roja semilla de caminos que nuncase hicieron al andar.
Y el viento como un páramo del alma a las pupilas.
Y la laguna negra del cielo de febrero.
Y era largo el camino de no llegar a España.
Y se quedó muy solo Don Antonio Machado.
Se le heló el corazón camino de Colliure.
Y se murió de España
porque España había muerto.

Extraído de la página de Carlos Rivera

5/5/08

UNO NO ESCOGE

Poema de Gioconda Nelli

Uno no escoge

Uno no escoge el país donde nace;

pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;

pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos,

los oidos,enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,

una historia que nacer

una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo:

Ahora podemos hacer el mundo

en que nacerá y crecerá

la semilla que trajimos con nosotros.


Poema extraído de la página de Carlos Rivera

EL VIEJO

Era un viejo joven de edad, aunque su corazón infartado solo por una vez, resistía desde su cárcel de prejuicios y desconfianza. Debía ser la desconfianza aprendida, creo que dicen los psicólogos, alguna cosa relacionada con su seguridad lo que le mantenía en guerra con cuantos querían ayudarle a vivir esos años hinvernales de la manera más cálida posible. Así, iba despreciando una por una a las personas que llegaban -algunas de países lejanos- dispuestas a cuidarle. -"No necesito a nadie", era su frase preferida. Después, cuando algún amigo o familiar le visitaba, se quejaba de su soledad.

Un día llegó hasta la casa donde el viejo vivía una joven que necesitaba trabajar para mantener a su niño colombiano. Tenía que enviar dinero a sus padres para que cuidaran de él, y quien sabe si para comprarse en su tierra una casita o montarse allí un negocio, o para trérselo con ella en esta España de sus ancestros. Le habían dicho que aquel señor necesitaba a alguien para vivir con él y ella necesitaba un lugar para vivir y un trabajo digno. El viejo la miró curioso y desconfiado. No entendía la jerga de la joven ni las "confianzas" que ella se tomaba, no pudo aceptar compartir su casa con alguien que no le "respetaba" como a él le habían enseñado: Una criada no puede tomarse esas confianzas, hasta dónde podíamos llegar.

La muchacha se marchó por donde había venido, sin entender que sus "cariños" hubieran asustado al viejo, sin pensar que para un viejo solterón una noche bailonga era pedirle demasiado. Se marchó despacio la muchacha, pensando qué había hecho mal para que en la próxima entrevista de trabajo no la despidiesen así. Mientras, el viejo sacó de la nevera el plato de comida vegetariana que el chico que iba a hacerle unas horas de trabajo y discusiones le había preparado. Miró el plato con el asco de quien le apetece un trozo de carne, maldijo entre dientes al chico vegetariano, cogió la cuchara y apuró su plato, mientras miraba la pared.

1/5/08

EL CURRANTE

Mateo no estaba dispuesto a arrancar ni un solo rábano más de aquella tierra que le agrietaba las manos, así es que una mañana se fue sin desayunar siquiera hacia una ciudad que conocía solo por la tele. Llevaba en su mochila los documentos que pensó necesitaría en un lugar extraño y unos ahorros que nadie sabía que tenía. La ciudad le aportaría distinción y riqueza, cosa que sus padres nunca habían conocido ni habían sabido transmitirle.

Llegó de madrugada, con las ojeras de muchas horas sin dormir en un tren de mercancías. La pensión era cutre, mucho más que el precio que pagó por ella, pero necesitaba aquellas horas de descanso entre jornada y jornada. La fábrica no le curtía las manos como la tierra, aquella pestosa fundición le curtió los bronquios de manera tan fina que nadie más que él lo vió. Él y el médico que le recetaba antibióticos para si silicosis. Ahorró algo más de lo que tenía al salir del pueblo, y con ese tesoro y sus manos finas (trabajaba con guantes) volvió un día a visitar a su familia. Unos regalos, unos besos que le hicieron saltar las lágrimas, un plato del potage que tantas veces había recordado... Regresó a la ciudad como un héroe. Antes de partir, sus padres, ancianos ya, dijeron a su hija menor: "Mira Merceditas, cuando crezcas un poco más, te irás a vivir con Mateo a la ciudad. Seguro que a su lado te harás una señorita". Mateo besó a su hermana y se pasó todo el trayecto del mercancías imaginando cómo sería de bonito ayudarla a convertirse en una señorita. Sólo los accesos de tos le sacaban del ensueño. Los accesos de tos y la gran desolación que sentía al entrar en aquella cutre pensión.