Queridos Reyes Magos:
El año pasado retomé mi antigua costumbre de escribiros pidiéndoos mis deseos. Al principio fue como un juego (volver a la infancia), pero hoy, a casi un mes de vuestra visita anual, he pensado que ya que ni juego a la lotería, podría permitirme el lujo de escribiros en serio, como adulta que soy (¿?) y probar suerte con vosotros, que me conocéis de siempre y no tener que depender del azar.
Ya se que me podéis objetar que soy atea, que eso es una cosa muy fea y que así no hay manera y que ni queráis leer mi carta. Recordad, por favor, el motivo de esa etiqueta. No fui yo, fue el cura de mi parroquia, en tiempos de Franco, quien me hizo firmar un documento en que renunciaba a Dios, si quería casarme solo por lo civil. Lo firmé con mucha pena y…. ¡ocurrió!, poco a poco la etiqueta de atea fue calando en mí, me la creí y aquí estoy, liberada de tantas culpas como las religiones te meten. Creo que bastante tuve toda mi infancia y adolescencia. Hoy puedo pensar en Jesús como alguien que predicó unas ideas liberadoras que sus seguidores no han sabido o querido continuar. Hoy puedo pensar en vosotros como seres de leyenda, la magia que todos necesitamos para seguir viviendo. Además, me caéis mejor que ese gordo con cara de borrachín que es el Papa Noel.
Bien, después de tanta justificación paso a pediros para este año:
- Salud y alegría para mis hijos, para mí y para todos los limpios de corazón
- Cordura para los gobernantes, que andan faltos de ella
- Medidas urgentes para remediar el cambio climático
- Medidas urgentes para remediar el hambre: de alimentos, de justicia, de libertad
- Una correa nueva para mi perro
- Más pinturas de colores para mí
Es todo por este año. Un abrazo para cada uno y el beso para Melchor.
Dona
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