No recuerdo haber pasado nunca unas navidades con el alma tan triste. El año que murió mi padre recuerdo que lloré en la Navidad, y hasta escribí un poema que me aligeró la pena, pero mi corazón permanecía entero, lleno de recuerdos que me alimentaban y de un futuro que yo sentía prometedor. Después se marchó mi madre y seguí mi camino más sola, pero igual de entera, porque continuaba viendo la senda por la que quería caminar, la que siempre había buscado y por fin hallado. Este año he perdido a mi tío, el último de mis mayores, y con él también la ilusión. Me he quedado sola en un mundo en el que me cuesta mucho desenvolverme: "Tó er mundo no é bueno". Algunos, si pueden, te toman hasta el carnet de identidad. Otros te quieren al tiempo que te hacen la zancadilla. La senda por la que camino ya no es aquella que había imaginado. El verde se hace pardo en muchos recodos. En otros, el camino está casi borrado y he de seguir por donde la intuición me lleva. Entretanto, van apareciendo lo que parecen caminos maravillosos, pero se que son espejismos y no quiero engaños. Puede que la tristeza que siento no sea mas que otro espejismo, porque si me fijo más veo que me sigue conmoviendo la poesía, la belleza, el ingenio, la alegría, la nobleza.
¡FELIZ NAVIDAD!
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