
Como sabes que "su" vuelo ya ha aterrizado, no quitas la mirada del punto que se abre y se cierra, la puerta por donde nuestro "esperado" hará su entrada triunfal, como si de un plató de televisión se tratara. Porque él, ella, ellos, saben que los están esperando y que los van a recibir con besos y abrazos. Por éso los ojos brillan, los de los que esperan y los de los que, finalmente aparecen triunfantes, después de asumir todos los riesgos y las ventajas que supone volar. Pero hay algunos que llegan y no miran al grupo que espera tras la valla, porque saben que nadie va a llegar hasta ellos con una sonrisa hasta las orejas. No se si algunos de ellos sienten envidia de sus compañeros de viaje o asumen, resignados, su soledad del momento. Yo confieso haber sentido esa envidia y también haber disfrutado con la maravilla del reencuentro.
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